Como era de esperar y en consonancia con los datos de la contienda electoral, los resultados de la contienda han sido más o menos equitativos. Pero, si en la jornada electoral de ayer se alcanzó un minso 42% de participación en la prueva de voto electrónico ha sido realmente decepcionante. Sólo un 0,54% del electorado que podía votar.
Hay recriminación por parte del PP al PSOE por la baja participación, hay congratulación por parte del gobierno por el resultado y con declaraciones que dicen que la participación ha sido superior a la esperada, y como no, achacando a la actuación del PP la baja tasa de participación. En definitiva, un poco más de lo de siempre, cada uno ve las cosas dependiendo del color con el cristal que las mira.
Falta de información, de motivación y de interés son las causas principales de la falta de participación en una contienda electoral. Si el ciudadano no obtiene una mejora de situación palpable o una contraprestación a su acción de voto, llega la desafección. El «homo economicus» se impone, la falta de «capital social» es palpable. Por lo tanto, aunque innovemos, mejoremos e implantemos herramientas para facilitar al ciudadano su participación respecto del estado, si no conseguimos motivar a los ciudadanos mediante la ofertación de beneficios no haremos nada.
El elector tiene que ver que su vida diaria se va a ver afectada por su acción de voto, por eso, sólo en ocasiones puntuales como en las pasadas elecciones generales hubo una participación del 77%. Si uno considera que su voto no va a servir para cambiar el desarrollo de los acontecimientos y que no va a provocar cambio a mejor, el resultado es la abstención.