Una cosa que me ha sorprendido en Perú es la popular utilización los techos de hojalata para cubrir las casas, qué paradójicamente están casi todas hechas de adobe. Una extraña combinación. Mientras que el uso de un material artesanal y tradicional como es el adobe es barato y asequible para todo aquel que se levanta una casa, el uso de un material ajeno totalmente a la cultura local como la chapa, para los tejados y puertas, también cumple los mismos requisitos. Se hace extraño observar dos materiales tan diferentes unidos en pareja casi indiscutible en las construcciones del altiplano andino peruano.
Sólo se rompe esta dualidad a medida que uno se acerca a Cusco, puedo imaginar que a medida que uno se aproxima a la capital arqueológica de Sudamérica la imagen toma más importancia y se debe favorecer la utilización de la teja como sustituto de la chapa. Yo no puedo decir que a la vista de estos tejados tenga la impresión de ver casas confortables, más bien todo lo contrario. Tengo la sensación que en invierno, en época de lluvias habrá goteras y que en verano ese tejado las convertirá en verdaderos hornos. Pero puede que me equivoque, ya que en todos los sitios en los que nos alojamos lo hicimos de manera agradable. A veces no hay que dejarse llevar sólo por la estética. Otra cosa que favorece esta afirmación es que la mayoría de las casas son de planta baja o como mucho tienen un piso de altura, pero en casi todas ellas la impresión de ser edificios inacabados está presente. Esto se debe a que dejan sobresalir las varillas del encofrado por encima de las edificaciones por si en un futuro tienen que seguir añadiendo pisos encima. Por lo tanto no es un signo de cosa a medio hacer sino de previsión.
Estos techos de hojalata que en otro país como Marruecos estarían cubiertos de mares de antenas parabólicas, en Perú están desiertos. La recepción de la señal por antena normal o cable es la solución más aceptada por aquellos que tienen un televisor en la casa. No es, por lo tanto, una población tan impresionada por lo que aparece en la «ventana», sobre todo en las áreas rurales, donde hay sitios totalmente vírgenes en este sentido. Sitios como Amantaní donde no hay calles asfaltadas, automóviles o sencillamente aparatos eléctricos como lavadoras, televisiones o neveras. Por esto la necesidad de uso de tecnología irá acorde a las características del sitio. Cada lugar tiene sus propias necesidades tecnológicas.
De todas maneras, esa población dispersa no representa más del 45% del total peruano. Más de la mitad cohabitan en la gran mole urbana que supone Lima. De esta manera se reproduce una vez más la idea que uno no llega a ser alguien a menos que viva en la capital, tierra de oportunidades y único lugar dónde uno puede progresar ¿¿¿Seguro??? Hecho que se ha repetido en el momento en que una sociedad está dando el paso evolutivo de ser una economía terciaria para pasar a una secundaria, es decir, de basar toda la economía en actividades de generación de materias primas a ser quienes las trasforman. Esta idea desaparece cuando pasamos a ser una sociedad de servicios o de sector primario. Es más, en este estadio reaparece la necesidad de volver a reencontrarse con la naturaleza y cada vez son más los que ahora realizan el traslado pero a la inversa. De la ciudad al campo, en busca de esa calidad de vida perdida en el ritmo acelerado de vida de una gran urbe.
Ver todos estos contrastes me dice que la evolución de la población y de su manera de vida es mucho más rápida que la que experimentan las organizaciones e instituciones oficiales. La rigidez institucional y administrativa es fuerte y su rechazo al cambio grande, en muchos casos por que les interesa seguir manteniendo un sistema de intereses y en otros sencillamente por desconocimiento de los beneficios que del uso de las TIC pueden obtener.
Para este tipo de casos la adopción de técnicas mixtas, tal y como hace la gente al usar el adobe y la chapa, para obtener algo que se adapta a sus necesidades es la mejor solución. La introducción de sistemas basados en la gestión del conocimiento, la utilización de sistemas de información territorial o la implementación de gestores de expedientes puede ayudar a trasformarse a la misma velocidad que su población y por lo tanto responder adecuadamente a sus necesidades. El aumento de eficacia y eficiencia derivado de la transparencia administrativa debido al aumento de las herramientas de fiscalización y al establecimiento de responsabilidades facilita una mejor gestión. Por todo esto quiero una administración que esté construida con la solidez del adobe, que mantendrá mejor la temperatura de la casa y que seguirá dando empleo a la gente del lugar. Pero también quiero una administración que utilice la chapa como tejado, material fácil de usar y asequible para todo el mundo. Tenemos que estar abiertos a la innovación para mejorar, pero no por eso tenemos que olvidar aquellas ventajas que sólo por el hecho de tener un tiempo sean consideradas obsoletas. Por lo tanto yo no quiero una administración que sólo se deje llevar por la estética, quiero una administración que funcione y que utilice lo que tiene que utilizar, cuando lo tiene que utilizar.
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