Nuevos ciudadanos en una nueva sociedad. Hacia una sociedad de la información, hacia la definición del ciberespacio.
Nos encontramos en una fase de transmutación, en una fase de cambio. La utilización de las TIC’s reduce constantemente el espacio tal y como lo conocíamos, cada vez es más fácil establecer contacto con el otro extremo del mundo, poder realizar negocios sin necesidad de desplazarse o sencillamente abrir desde casi cualquier sitio una ventana al ciberespacio. Estamos entrando en un mundo digital donde todo se puede representar mediante ceros y unos, estamos en un nuevo sistema donde la información es la moneda de cambio, estamos en una sociedad donde todo cambia cada vez más rápido.
Pero la evolución no es igual para todos y, tal y como ha ocurrido siempre, las diferencias existentes son las que marcarán las diferencias en el futuro. La llamada brecha digital no hace más que resaltar lo que ya existe, nos está indicando que hay ciertos grupos a los que hay que prestar una especial atención y no sólo en la cuestión tecnológica. Ya sea por motivo geográfico, económico, cultural, de raza, sexo o de edad las políticas de discriminación positiva son necesarias para que todo el mundo tenga más calidad de vida y nos encontremos en una situación de equidad social.
La llamada sociedad de la información nos marca nuevas pautas de comportamiento. La sociedad de la información es un lugar donde el valor de lo industrial está cada vez más devaluado, donde los «geeks» hoy son lo más «cool» y ayer eran lo más «freake» y donde los «digerati» emergen como una nueva clase social avanzada del mundo informacional. De la misma manera que la creación del ciberespacio se ha de regir por una serie de reglas, para que la convivencia sea posible, y estas en parte son importadas del mundo real, también nos encontramos con el efecto contrario. Es decir, nuevos modelos que se han formado en el mundo virtual están trasladándose al mundo real y están produciendo cambios en las maneras de relacionarse, de trabajar y por supuesto de entender el ocio.
Cada vez pasamos más horas navegando por internet y menos con la «caja tonta», hemos encontrado algo interactivo, que pide nuestra participación y que nos puede ofrecer todo aquello que le pidamos, ya que siempre habrá alguien dispuesto a ofrecerlo.
Hemos pasado de unos pocos emisores a convertirnos todos en emisores a la vez que receptores. Hemos pasado de una época donde el control de la información era esencial a otra donde lo esencial es gestionarla. Hoy en día el problema lo tenemos con el exceso. Tenemos que aprender a filtrar aquello que nos hace falta. Tienen que cambiar los modelos educativos y pasar de la memorización a saber dónde está la información. Las habilidades tienen que cambiar. Es un mundo globalizado donde el contacto intercultural es continuo, donde el uso de otros idiomas imprescindible y donde todo influye en todo.
La actividad comercial por la red ha modificado mercados enteros como el audiovisual, que necesita de una rápida remodelación y de una definición de nuevo modelo de negocio. La actividad de la administración está cambiando, está pasando de una posición donde el ciudadano tenía que realizar gestiones para ella a ser al revés, es la administración la que tiene que realizar las gestiones para el ciudadano. La simple ofertación de servicios y productos ya no es suficiente, hay que buscar aquello que de ese valor añadido para que el usuario siga utilizándolo o comprándolo. Ha terminado el concepto de cliente cautivo, al menos en la red.
Conceptos como software social, blogs, wifi, sindicación, wikipedia, google, microsoft, xml y muchos otros empiezan a ser habituales en nuestro vocabulario. Incluso el lenguaje escrito está sufriendo fuertes influencias como la que se deriva del uso de los sms en los teléfonos móviles.
La lucha por predominar en este nuevo mundo es encarnizada. Contraposición de modelos que representan algo más que una simple cuestión comercial, como la que se produce entre los defensores del software de código abierto y los del software propietario. La llegada de gigantes como Microsoft en software y de Google en servicios marcan una nueva manera de entender las cosas.
Nuevos proyectos surgen con la intención de facilitar y adaptar más la red a la persona. Interoperabilidad entre sistemas, desarrollo en la tecnología de búsqueda, servicios orientados al usuario o el desarrollo de la web semántica para hacer entendible los contenidos a las máquinas son la punta del iceberg de lo que nos depara el futuro de internet. Todo esto con la convergencia de dispositivos, la ubicuidad de conexión y la tecnología móvil harán en un futuro no muy lejano que el uso de las nuevas tecnologías sea imprescindible en el día a día de cualquier persona.
Valores que se creían omnipotentes han dejado de serlo. La prensa convencional ha encontrado un duro competidor en los «ciudadanos periodistas» o bloggers, los sistemas políticos dejan de funcionar con mecanismos tradicionales y tienen que buscar nuevas maneras para conseguir un mayor compromiso por parte de los ciudadanos. Todo esto nos viene a decir que no hay nada inmutable, que no hay nada que dure eternamente y que sencillamente tenemos que ser lo suficientemente inteligentes para adaptarnos a las condiciones, que sin quererlo, vamos formando entre todos.
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