Ayer leí una carta al director en El Periódico de Catalunya que me hizo pensar sobre el verdadero objetivo de la administración. Sobre su proactividad. Sobre su actividad de facilitadora de servicios. Sobre la simplificación de procesos. Sobre… tantas y tantas cosas sobre las que hablamos y hablamos y a fin de cuentas hay soluciones que parece que no acaben de llegar nunca.
Leer la susodicha carta y veréis que a pesar de mejorar las administraciones en sus trámites on-line, en su interoperabilidad, en su simplificación… Hay problemas que requieren otro tipo de actuaciones. De la misma manera que el concepto de «ventanilla única» ya hace un tiempo que llegó, aunque no se haya consolidado se podría promocionar la figura del «funcionario gestor». Y no me refiero al que gestiona recursos públicos sino al que a modo de gestor privado ayude al ciudadano a resolver sus asuntos con la administración y lo acompañe por todos los trámites habidos y por haber sin importar que administración sea con la que tiene que batallar.
A fin y a cuentas no está la administración para servir y facilitar las cosas al ciudadano, pues eso. Yo quiero un «funcionario gestor»
VIDA UNIDA A LA ADMINISTRACIÓN
¿Padre o gestor?
Antonio Moreno
BarcelonaNací, me reproduje, me casé y de mutuo acuerdo fecundé. Tuve un hijo, esperando que estuviera sano, pero no fue así, y ha tenido casi de todo: una enfermedad hepática congénita, el síndrome PFAPA, autismo, convulsiones, trastornos en la conducta, 15 ingresos hospitalarios, etcétera. Cuando mi hijo cumplió 15 años reflexioné sobre si había sido un buen padre, ya que en este sistema de ventas políticas en el que me he sentido indefenso no había encontrado a alguien que me orientase en un peregrinaje lleno de peleas con distintas administraciones, puesto que buscaba unas atenciones adecuadas para cada necesidad específica de mi hijo. A día de hoy, me pregunto: ¿he sido un buen padre, o he sido un buen gestor? ¿Quién me puede contestar, mi mujer o la Administración?
Independientemente del duro contenido de la carta, es verdad que es necesario resaltar la idea que lanza el autor de que lo deseable sería la aparición del funcionario gestor que guía a los ciudadanos en el tortuoso mundo de las administraciones, como una especie de asistente personal, cercano y conocedor del funcionamiento de dichos entes.