De todos es conocido que el sector público, allí donde se encuentre, tiene unas características propias que lo diferencian de otras actividades de gestión. Puede que la rigidez a la que se tiene que someter, una continua fiscalización, sea una de las principales causas de su lentitud en muchas ocasiones. También puede que el propio sistema defina las características de sus trabajadores haciendo que éste coarte la iniciativa y la adaptación a las necesidades reales que demanda la sociedad.
Modelos para definir una nueva Administración Pública se intentan dibujar pero no se consiguen llevar a cabo. Queremos transparencia, efectividad, eficacia y todo un sinfín de cosas y a la vez que la constancia de todo lo que se hace sea un recibo de que aquello sea correcto.
Realmente cuando te enfrentas a determinadas situaciones y sobre todo a determinados funcionarios no sabes realmente si las normas están echas para evitar que las cosas se hagan mal o es que le han dado la vuelta a la tortilla y se aprovechan de las mismas para que las cosas se hagan lo peor posible.
Hay veces que el desánimo me invade viendo personas que carecen de una total ilusión por la tarea que desempeñan y que su máxima ilusión es cobrar su dinerito a final de mes y que le toques los “güinflis” lo menos posible. Situaciones en las que si la definición de un puesto de trabajo explicita que la función es hacer fotocopias no se lo intentes cambiar por escanear un documento por que podrás encontrarte con una negativa contundente.
Me desanimo cuando veo que la mayor ilusión de alguien es hacerse funcionario. Cómo si eso fuera la panacea. Bueno, puede que lo sea para esas personas carentes de ilusión por desarrollarse profesionalmente, por crecer en conocimiento, por mejorar en el día a día. Pero no es cierto. Lo único que quieren es un sitio en el que se les asegure un sueldo de por vida, en el que tengas ciertas permisividades con el respecto de los currantes para poder llegar de aquella manera a final de mes y no tener que preocuparse más que por ir al Ikea a compara el mueble de turno de oferta o planificar que van a hacer con su privilegiado periodo vacacional. No quiero imaginarme un mundo como nos reseñaba Alberto con un vídeo del «vaya semanita»
Soy consciente que hay muchos profesionales en la administración pública que se alejan de este modelo tanto como pueden, puedo dar fe de ello. Pero estoy seguro igual que yo, ellos también podrán afirmar la existencia de esa clase de funcionario que lo único que supone para el sistema es ser un parásito, una carga…
Quería escribir una entrada en un sentido totalmente diferente a lo que ha surgido de mi teclado. Lo siento mucho, de verdad. Pero hay especimenes que ni con una buena gestión política por encima, ni con herramientas adecuadas, ni con nada de nada harán algo positivo por quien les está pagando. Es decir, todos nosotros. Y con lastras de este tipo difícil será que por mucha reingeniería, modernización, administración electrónica y todo lo que queramos la Administración Pública pueda llegar a buen puerto.
Tampoco tenemos que olvidar a todos aquellos que gracias a sus vinculaciones políticas consiguen puestos, más que bien pagados, y que realmente no tienen ni el conocimiento, ni la formación, ni la experiencia suficientes para poder llevarlos a cabo adecuadamente. Lo único que les ha avalado para conseguir lo que tienen es su vinculación y capacidad de hacer “política de salón”. En definitiva el complemento perfecto para los anteriores y conformar la “Administración Pública” que tenemos.
Bueno, el caso es que os quería hablar de un documento que he encontrado en “Connected Republic 2.0”. Es un sitio puesto en marcha por Cisco Systems para discutir sobre como mejorar la Administración Pública en un mundo conectado.
El documento en cuestión “Nuevas posibilidades y nuevos valores para el Sector Público” nos da una serie de claves que tendríamos que tener más que en cuenta. Os dejo las ideas clave para ir abriendo boca y el resto ya sabéis, corre de vuestra cuenta:
- El Sector Público tiene que adaptarse a este nuevo mundo, de la misma manera que otros sectores lo están haciendo.
- El e-Government necesita ser parte de esa transformación que reconoce la transición a un nuevo modelo de trabajo en red con el objetivo de conectar y fortalecer la ciudadanía.
- La inversión que se realiza en e-government no tiene que ser un gasto inútil. La administración tiene que asegurarse que realmente se proporcionan los servicios que se pretendían dar.
- Una profunda transformación y un cambio de sistema son posibles y necesarios. Tomará tiempo, cuidado en la inversión y un liderazgo continuado, pero son imprescindibles si el gobierno quiere maximizar el valor público del servicio que da a la ciudadanía.
Descargarse «The Connected Republic 2.0: New Possibilities & New Value for the Public Sector«
Hola, Carlos. Por desgracia estoy totalmente de acuerdo con tu acertado comentario. Es cada vez mayor el número de personas que sueña con ser funcionario y no precisamente por dar un servicio público sino más bien por no tener que preocuparse de llegar a fin de mes «hagan lo que hagan». Yo trabajo en la administración pero no soy funcionario y el ritmo de los dos mundos es totalmente dispar. Por otra parte, no creo que sea recriminable el hecho de que la gente renuncie a su desarrollo profesional por una vida cómoda. Al fin y al cabo vivimos en la sociedad del hedonismo y la administración no puede ser caso diferente. Lo único que me indigna de todo esto es que las empresas que trabajan para la administración se aprovechan de esta situación y «hacen el agosto» con las AAPP. Creo que es un problema grave y que carece de solución, lamentablemente.
Iñaki soy consciente que tal como dices «el marco de los incentivos» es un factor importante a tener en cuenta, también soy consciente de que la mayoría de los trabajadores que han accedido o acceden a la administración pública tienen la misma «arcilla» que en otros sectores. Por eso he intentado no generalizar con el post pero cada vez me encuentro con que la ilusión de alguien al acceder a la AAPP lo hace con una ilusión de que ya tendrá un sueldo para toda la vida «pase lo que pase», sin tener ninguna motivación para superarse. Es decir, en muchos casos es el funcionario víctima del sistema, pero en muchos otros el funcionario hace al sistema «Víctima» de su propia actitud.
Es verdad, en la Función Pública hay un nivel alto de desmotivación y una falta de involucración relevante. Sin embargo, las personas que hemos accedido a la Administración estamos hechas de la misma arcilla que las que se trabajan en otros sectores. El «marco de incentivos» existente en la Administración genera los comportamientos de los políticos y de los funcionarios que reflejas en este post, con diferentes tonos de grises que no debemos olvidar si no queremos hacer generalizaciones injustas. Pero es verdad es que el sistema que tenemos montado ayuda poco a motivar al funcionario para que tenga ilusión por su trabajo. No hace falta decir que la primera víctima de este sistema es el propio funcionario.
Gracias por la referencia. Soy escéptico con las recetas de las empresas tecnológicas para la Administración pública, pero este documento tiene buena pinta.