Es inevitable no adecuar la administración a las necesidades de la ciudadanía cuando ella ya está entrando un mundo que cada vez es más global pero que se sigue rigiendo por su localidad.
El objetivo tratado en muchas ocasiones para conseguir esta globalidad es la interoperabilidad punto al que se tendrá que llegar con la esperada web semántica.
Mientras tenemos que forzar el cambio de una administración burocratizada y con pocas conexiones tanto internas como externas utilizando herramientas que la web 2.0 pone a nuestro alcance.
La Nueva Gestión Pública remarca la necesidad de alcanzar un nuevo modelo de Administración con el propósito de alcanzar esa eficiencia y eficacia deseada por todos en la gestión de los servicios públicos.
La aplicación de las TIC tiene que ser una herramienta que nos ayude a reorganizar y sobre todo a gestionar de mejor manera el conocimiento y la experiencia acumulada dentro de la Administración. Pero sobre todo poder establecer mejores canales de comunicación con la ciudadanía.
Las premisas a tener en cuenta son la proactividad de la Administración, la colaboración centrada en tres actores y dos ámbitos. Como ámbitos el externo y el interno. Como actores los funcionarios de la misma administración, los de las otras administraciones y los usuarios de los servicios (ciudadanía, empresas…)
Conseguir una Administración “glocal” ha de ser vital, tenemos que centrar y utilizar las TIC con carácter de proximidad, es decir, adaptar su utilización a las necesidades concretas de cada sitio pero sin obviar la conectividad a través de la red para establecer redes tanto de carácter local como global.
Extracto de la intervención que realicé durante la I Conferencia Internacional sobre Gobierno Electrónico y Nuevos Derechos Humanos, Ciberciudadanía y derechos digitales “Ciudadanía 2.0”.
Estamos llegando a un alto nivel de coincidencia en los discursos. El mensaje va calando. Incluso en quienes podrían y deberían llevarlo a la práctica y no lo hacen. Pero bien está que el discurso se vaya asumiendo.
La cuestión es ahora convertir las teorías en realidad. Y, en ese sentido, «Las 1001 ideas» me parecen un buen ejemplo.