Recientemente, el ente público para el que trabajo ha inaugurado una nueva sede, pero por falta de previsión (¿por qué no me sorprende esto?) no hay plazas de aparcamiento para todos los trabajadores.
Con objeto de ajustar al máximo la demanda de aparcamientos por parte de los empleados al número de plazas existentes, y en un alarde de ejercicio democrático, la Institución envió un cuestionario a todos los empleados afectados por el problema pidiendo que participaran en la elección del mejor método de asignación de plazas de parking.
El cuestionario proponía un conjunto de criterios entre los que se podía elegir, por ejemplo: ocupación por orden de llegada, asignación por mayor antigüedad, asignación por mayor rango… Y además admitían sugerencias sobre otras formas de adjudicación.
Supongo que no se llegaría a un consenso porque al final se decidió que la asignación se dejara en manos del azar, es decir, anualmente se realizaría un sorteo para repartir los aparcamientos disponibles entre los solicitantes.
Cualquier opción aparte del azar puede interpretarse como discriminatoria. De hecho el cuestionario ya era discriminatorio en sí mismo porque si bien incluía el criterio de preferencia a los más antiguos o a los de mayor rango, no contemplaba el criterio contrario, es decir, preferencia para los menos antiguos o para los de menor rango (¿por qué van a tener menos derecho los nuevos?, o ¿por qué van a tener menos derecho los que ganan menos que además tendrían que pagarse un parking privado?)
Pero lo curioso de la asignación de los aparcamientos no es tanto la forma de otorgarlos como las condiciones de uso. Y es que tras realizar el sorteo, una de las condiciones exigidas por la normativa elaborada para la gestión del parking era que para gozar de la plaza hay que hacer uso de ella, es decir, que por cojones hay que llevarse el coche a trabajar para que no te quiten la plaza. Y esto me parece francamente antiecológico. Mal ejemplo el que da esta Administración.
Mi razonamiento es el siguiente: una Administración debe ser impulsora del ecologismo, y el uso del coche en detrimento del transporte público es totalmente antiecológico. Yo mismo prefiero ir al trabajo en autobús, y si madrugo lo suficiente me gusta ir andando, pero como a veces necesito llevarme el coche para usarlo tras la jornada laboral quiero tener esa plaza que me ha correspondido por sorteo. En consecuencia, para conservarla tengo que ir a trabajar haciendo uso del coche.
Por lo tanto argumenté que el mejor criterio para repartir las plazas de aparcamientos era asignárselos a quienes menos uso hagan de él. De esta forma: se promueve el ecologismo, se premia a aquellos que menos contaminan de forma que cuando necesiten hacer uso del coche entonces dispondrán de una plaza asegurada y además es una medida no discriminatoria.
Y mientras alguien le presta atención a mi idea, por imperativos de funcionamiento y organización de los aparcamientos tengo que ir a trabajar en mi coche, participando en la producción de más dioxido de carbono y favoreciendo la aparición del efecto invernadero.
¿Será esta otra de mis peregrinas ideas?.
@Louis si realmente lo que se quiere es fomentar que los empleados sean menos productores de CO2 no tendría ni que haber hecho los aparcamientos, sólo su puesta en funcionamiento es un incentivo a utilizar el coche. ¿Por qué no han hecho aparcamientos para bicicletas? ¿Por qué no han llegado a un acuerdo con el comité de empresa y compensan el gasto que ha supuesto la construcción de los aparcamientos con algún tipo de ayuda para los que vaya a trabajar en transporte público? ¿Por qué no han incentivado que haya un programa para compartir coche?
Vamos que opciones hay varias…
@Carlos Guadian,
Yo entiendo que los aparcamientos hay que hacerlos porque actualmente el coche es una necesidad, aunque hay que intentar minimizar su uso.
Tengo compañeros que viven en otros municipios y el transporet público no es el más adecuado. Por otra pate, incluso los que vivimos más cerca a veces necesitamos del coche para alguna gestión a la salida del trabajo. O sea, que por el momento los aparcamientos son necesarios.
Pero el «servicio de aparcamientos» habría que prestarlo con cierta lógica y con criterios ecológicos y democráticos, en vez de decir: como te he asignado un aparcamiento ahora tienes que venir en coche o te lo quito.
De nuevo hace acto de presencia la lógica del funcionario.