He recibido algunas críticas -que yo interpreto como constructivas- a mis escritos, indicando que siempre hablo mal de la Administración pública.
El primer sentimiento que producen en mi esas críticas es el de orgullo por saber que algunas personas dedican algunos minutos de sus vidas a leer mis posts. Sin embargo, aconsejo a los que me leen que no pierdan su tiempo prestando atención a mis palabras porque seguro que siempre tendrán algo mejor y más productivo que hacer.
Pero no quiero dejar la crítica que he recibido sin respuesta, por eso en este texto voy a explicar el por qué de mi actitud negativa con respecto al Ente público.
El motivo principal de mi conducta articulística podría denominarse ampulosamente como “línea editorial”. Pero no es este el único ni el principal motivo del castigo verbal al que someto constantemente a la Administración. La razón principal es el desencanto que me produce llevar más de 20 años trabajando en dos organismos públicos y haber comprobado en carne propia cómo muy frecuentemente los intereses que dirigen el funcionamiento de estas instituciones están muy lejos de los intereses de los ciudadanos.
Algunos culpables de mi negativa actitud son los políticos con los que he tenido la oportunidad de relacionarme durante estos años. Mejor no explico los motivos, pero sí quiero ser tajante afirmando que ellos han provocado en buena parte mi actitud negativa.
También mi experiencia sobre el funcionamiento de los Sindicatos en el ámbito de la Administración pública, que más que contribuir a construir una Administración ejemplar lo que parecen hacer es destruirla, han influido notoriamente en mi postura crítica.
Y si hay alguna razón completamente imputable a mi y que influye en la mala leche que destilo cuando hablo de la Administración pública es mi maniqueísmo, quizá algo exagerado, que me hace ver que algo está mal cuando lo que en verdad ocurre es que ese algo no está completamente bien.
Ese maniqueismo declarado puede que incorpore un sesgo en mis apreciaciones y que mi percepción del funcionamiento de la Administración sea en parte errónea. Es una posibilidad que admito, pero en defensa de mi capacidad de percepción neutral diré dos cosas completamente contradictorias y que ambas se afirman de mí. Y como cada una de ellas contrarresta a la otra cual suma de vectores opuestos, el resultado es que soy bastante equilibrado en mis relaciones con la Administración.
En el Ente Local para el que trabajo me critican porque aseveran que soy un profesional muy teórico, demasiado academicista y formal en mi quehacer, y que pierdo demasiado tiempo documentando.
Sin embargo, en la Administración Universitaria en la que imparto mis clases de posgrado me reprochan justamente por lo contrario, es decir, por mi pragmatismo, por no documentar suficientemente y por la poca formalidad en la ejecución de mis tareas (informalidad que se manifiesta hasta en mi forma de vestir).
Y yo que pensaba que la virtud estaba en el centro.
Lo que sí puedo afirmar es que mis trabajos en ambos ámbitos administrativos procuro hacerlos concienzudamente y me esfuerzo por ser fiel a mi maniqueísmo (en su lado positivo). Hasta el punto que un día me decía un compañero:
—Louis, ¿por qué dedicas tanto tiempo y esfuerzo a redactar las actas de la reunión de análisis de ayer si al final eso no lo lee nadie?—
Yo le contesté:
—Es que yo soy como el Paquiro.—
—¿Y quién es ese? —me preguntó mi compañero.
Y adoptando la actitud pedante y casi chulesca que me caracteriza le conté la siguiente historia:
Paquiro fue un gran torero de principios de siglo XIX, instaurador del actual traje de luces. Un día, Paquiro toreaba en una plaza de baja categoría donde ponía su arte en toda su magnificencia y arriesgaba sin escatimar. Aquella tarde ocurrió que uno de sus subalternos le dijo que no merecía la pena arriesgarse tanto en aquella plaza porque no entenderían su arte. Paquiro le contesto:
—Alguno habrá que entienda ¿no?—
—Hombre, alguno si que habrá —respondió el subalterno.
—Pues para ese toreo yo —le dijo Paquiro.
Así que ya sabes compañero (y a pesar de ello amigo), le dije a mi interlocutor, quiero pensar que alguna vez alguien leerá estas actas. Pues para ese trabajo yo.
NOTA: a pesar de la breve anécdota tauromáquica que he contado para ilustrar el post, nadie debe interpretar que me gustan los toros.
¿ser criticado por hablar mal de la administración?
por fin alguien que pone los puntos sobre las ies.
Acabo de conocer tu blog y te felicito por esta entrada. Yo también he trabajado para la administración y los sindicatos (bajo lo que yo llamo precareidad laboral y empleo público encubierto o una de los comentaristas expresa como «Las victimas: los trabajadores subcontratados en la admon o temporales/fijos sin antiguedad en la privada.»)y también tengo una actitud crítica, negativa y de mala leche. Algunos lo pueden percibir como quejas, culpar a los demás…esos debates ya me cansan…Gracias por compartir tus reflexiones y puntos de vista y seguir toreando en esas plazas de baja categoría,,,un saludo
Gracias por tus palabras que me llegan en un momento delicado, por lo que me sirven doblemente de ánimo.
Yo nunca he trabajado para los sindicatos, ni siquiera he estado sindicado (¡vade retro!), pero sí que he sufrido en mis propias carnes de funcionario rebelde lo peor que se puede decir de los sindicatos: su funcionamiento antidemocrático, parcial e interesado.
Un saludo.
Paquiro… o la soledad de la vanguardia.
Un saludo
Comentando en K-Government, «Para ese toreo yo»…. http://tinyurl.com/defr6r
Oooooooooooooooooléeee!!!!!
No se si ser tan vanidoso como para creer que mi comentario pueda estar entre los citados pero que carambanos lo voy a ser 😛
En primer lugar decir que el blog me parece interesante precisamente por lo critico aunque sumado al conocimiento de causa de ver las cosas desde dentro (o con un pie fuera y otro dentro que es mejor todavia). De hecho ya tiene un hueco en mi lector rss 😉
En segundo comentar que tambien soy extremadamante critico con la administracion ya que mi formacion etica-politica y mi contacto diario profesional con la misma me hace ver dolorosamente el abismo entre lo que tendria que ser y lo que desgraciadamente compruebo todos los dias. (yo soy el anonimo que comento que se produce un continuo seudodelito de malversacion de fondos publicos a todos los niveles de la administracion)
Mi comentario al post anterior estaba mas orientado a señalar que los defectos de la admon publica se repiten casi punto por punto en las empresas grandes de este pais y que tanto las grandes como las pequeñas comparten el gran defecto de ser corta de miras. Por ejemplo, el problema de la impunidad del funcionario inepto y/o jeta se repite en la empresa privada con los trabajadores/directivos fijos….
Las victimas: los trabajadores subcontratados en la admon o temporales/fijos sin antiguedad en la privada.
Pero esta claro que jugar con el dinero de todos hace el juicio muy muy diferente.
Ta animo pues a seguir con el blog y que sea igual o mas critico si cabe, aqui tienes un lector/difusor fiel.
Pues sí, fue tu comentario el que me dio pie para escribir esta entrada. Me lo tomé como crítica positiva y además me sirvió para comprender que mi «línea editorial» era evidente.
Gracias por leerme, no comprendo como puedes perder el tiempo con mis palabras, pero como dijo otro torero cuando le presentaron al filósofo Ortega y Gasset y le explicaron que se dedicaba a pensar: «Hay gente pa to».
(Esta anécdota taurina se atribuye a dos toreros: «El Gallo» y «Guerrita». A saber quién fue)
Y ese para el que toreamos tiene un nombre: Ciudadano
Para ese toreo yo http://twurl.nl/htorkn