¿Nos merecemos los españoles el Gobierno que tenemos?

Para su óptimo funcionamiento, el Ejecutivo español está estructurado conforme a 17 ministerios. Los objetivos, funciones y responsabilidades de cada uno de ellos son muchos y variados, por lo que hacer un análisis sobre la eficacia de su funcionamiento sería un arduo y complejo trabajo que requeriría mucho tiempo y esfuerzo.

Sin embargo, la denominación de estos importantes departamentos del Gobierno del Estado da una idea bastante precisa de cual es la principal finalidad del mismo. Y desde este punto de vista quisiera hacer un somero análisis de nuestro gobierno. Se trata de un análisis extremadamente simplista, pero que recoge la impresión que los ciudadanos tienen sobre el funcionamiento de estas importantes instituciones.

Tenemos un Ministerio de Economía y Hacienda, pero no parece funcionar demasiado bien cuando todo parece indicar que seremos los últimos países de la UE en salir de la crisis económica.

Nuestro Ministerio de Trabajo e Inmigración trabaja (redundancia ex profeso) denodadamente para impedir el crecimiento desmesurado del paro, pero pese a todos sus esfuerzos las expectativas no pueden ser peores.

El actualmente redenominado Ministerio de Política Territorial (antes llamado Ministerio para las Administraciones Públicas) sufre periódicamente el estigma de la corrupción en todos los niveles de la Administración. Y la degeneración sigue aumentando. Sobre este mal endémico de nuestro país, recomiendo la lectura del artículo titulado “Corrupción en España” de la Wikipedia.

El recientemente estrenado Ministerio de la Igualdad no consigue reducir la violencia de género, uno de sus principales objetivos. En los primeros 6 meses de este año, al menos 45 mujeres han muerto a consecuencia de este tipo de violencia.

El Ministerio de la Vivienda no logra que el derecho Constitucional a una vivienda digna esté al alcance de todos los españoles, y en particular de los jóvenes que se ven obligados a vivir con sus padres hasta edades bastante avanzadas.

El Ministerio de Justicia, que debido a la permisividad legal no puede evitar que muchos delincuentes se paseen libremente por nuestras calles con el riesgo de reincidencia. Además, su lentísimo funcionamiento provoca que más de la cuarta parte de los asuntos que ingresan en los juzgados cada año se queden pendientes de resolución.

El Ministerio de Fomento mantiene una de las redes de carreteras peor señalizadas de Europa y más inseguras (España es uno de los países de Europa con el mayor número de fallecidos en accidentes de tráfico). Y es que a pesar de que contamos con algunas autopistas muy novedosas, las carreteras regionales y comarcales cuentan con firme en mal estado y deficiente señalización. Tanto es así que, según el DailyMotos  los agentes de tráfico tienen prohibido denuncir las deficiencias en las carreteras.

El Ministerio de Educación riza el rizo de la ineficacia al haber conseguido poner a España en el grupo de cabeza en lo que a fracaso escolar se refiere, hasta el punto de que el 21,1% de los estudiantes de 15 años confiesa tener dificultades para la lectura.

El Ministerio de Industria, Turismo y Comercio ha puesto a disposición de los españoles el acceso a Internet más lento y caro de la UE. Asimismo ha conseguido perpetuar para España el calificativo de “país de PYMES”. Y además ha permitido que España baje hasta el sexto lugar en el ranking de países turísticos, desde el segundo puesto que ocupaba no hace muchos años.

El Ministerio de Sanidad y Política Social no podrá facilitar vacunas de la gripe A a todos los españoles (ni siquiera a todos los grupos de riesgo).

El Ministerio de Ciencia e Innovación no ha podido impedir que España exporte más científicos que futbolistas porque aquí no encuentran el suficiente respaldo económico necesario para abrir líneas de investigación y nuevos proyectos. Y para el próximo año la cosa va a peor, porque se recortará la inversión en I+D+i casi en un 20% .

El Ministerio de Defensa que para poder mantener un ejército profesional ha tenido que reducir al mínimo los requisitos exigidos para el acceso a la profesión castrense y así poder alcanzar un número razonable de efectivos (aunque en otros aspectos se comporte como una institución totalmente progresista, ya que , por ejemplo, los transexuales sin pene pueden acceder al Ejército). Aunque es justo reconocer que gracias a tan laxos requisitos, el ejército se consolida como una alternativa laboral.

El Ministerio de Medio ambiente, Medio rural y Marino parece haberse convertido en un Ministerio de segunda categoría gracias a su falta de transparencia en su política de transgénicos que sólo se ve superada por la falta de consenso con el Gobierno y con el Ministerio de Industria en la vida que deben tener las centrales nucleares. Es, en definitiva, un ministerio sin el peso político suficiente para hacerse oír en el Consejo de Ministros.

El Ministerio de Cultura debe velar porque la cultura sea un bien de primera necesidad y al alcance de todos. Sin embargo, la cultura de los españoles se refleja en los programas de la TV, donde la chabacanería, la prensa rosa y los iconos culturales se construyen a partir de personajillos cuyo mérito es haber sido la novia de un torero de dudosa calidad, y donde apenas quedan huecos para los programas culturales.

El Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación sigue sin conseguir que a España se la considere lo suficiente, hasta el punto de que tenemos que estar, poco más o menos, que suplicando para que nos permitan pertenecer al G-8.

Sobre el Ministerio del Interior, cuyos objetivos están relacionados con el terrorismo (nacional e internacional), entre otros, me van a permitir no opinar por lo delicado del asunto.

Y, por fin, el Ministerio de la Presidencia, que como ordenante y coordinador de las tareas del Consejo de Ministros es responsable por connivencia del mal funcionamiento del resto de los ministerios.

¿Nos merecemos los españoles el Gobierno que tenemos?