Entrada publicada originalmente en Sesión de Control.
No es algo que pase sólo en España. El hecho de que un político durante una sesión del parlamento, pleno municipal o incluso una reunión de la ejecutiva de su partido esté más atento a su puntuación de una partida de póker o del juego de turno es cada vez más habitual.
La facilidad que los actuales dispositivos (smartphones y tablets) dan para conectarse a internet y consultar cualquier dato puede verse como una ventaja adicional al trabajo político. Y realmente lo es. Incluso para consultar a la ciudadanía qué piensa sobre un determinado tema o ir relatando lo que acontece. Pero, de manera cada vez más frecuente, la noticia que nos llega es que tal o cual político ha sido «pillado» jugando en lugar de estar atendiendo o participando del debate.
Si la percepción de los políticos ya está desgastada, este tipo de noticias aún ahonda más en su desprestigio. Es cierto que todos necesitamos en determinados momentos un «break» y que la tentación de mirar el teléfono o la tablet para evadirnos es muy grande. Pero resistirse a esa necesidad es algo que deben hacer por respeto a una ciudadanía que ha depositado en ellos la confianza para que los representen en el gobierno de los asuntos que nos afectan a todos.
Hace pocos días, en Estados Unidos, John McCain fue pillado jugando al póker durante la sesión en la que se discutía la posible intervención militar en Siria. Si saltamos de continente encontramos que tres parlamentarios indios tuvieron que dimitir al ser pillados viendo porno en sus dispositivos durante un pleno. Y también podemos encontrar otros casos como el del diputado italiano Simeone Cagno, al que le pillaron viendo fotos de escorts en una situación similar a los anteriores. Lo interesante de este caso es la excusa en la que se refugió, que no fue otra que cuando estaba consultando unos datos le saltó una ventana emergente con dichas fotos.
Y la lista se puede alargar con otros casos como los diputados franceses que estaban jugando al póker o el político de Florida que estaba viendo porno. Incluso en España también tenemos ya una lista de ejemplos en situaciones bastante parecidas. Desde los diputados del PP que estaban jugando a apalabrados mientras se estaba discutiendo la privatización de la sanidad madrileña, a Patxi López que estaba jugando a The Croods o los ediles del PP en el ayuntamiento de Murcia que también estaban a otra cosa.
Desde luego, distraerse con un dispositivo móvil es menos visible que estar ojeando un periódico con todo descaro. Pero podemos hacernos una pregunta respecto a esta actitud: ¿es una irresponsabilidad por su parte al no estar atendiendo a su trabajo? Si tenemos en cuenta que las dinámicas de los plenos, ya sean parlamentarios o municipales, responden a que la mayoría de parlamentarios/ediles sólo tienen que votar lo que les indica el responsable de su grupo, es sencillo de entender que caigan fácilmente en la tentación de distraerse con lo que tienen más a mano. Quizá sería necesario revisar estas dinámicas de trabajo para evitar que puedan caer en la tentación de hacer un feo a la ciudadanía.
Pero pensemos un poco más en el tema. Si salimos a la calle es fácil encontrar a gente caminando y mirando a su móvil o grupos de gente comiendo juntos, pero cada uno a lo suyo con su respectivo móvil. El caso es que la gran mayoría está más atento a su dispositivo que a la gente que tiene alrededor en la mayor parte de situaciones cotidianas. Y puede que los representantes políticos no sean una excepción a esta tendencia.
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