Entrada publicada originalmente en Sesión de Control.
Twitter ha llegado para quedarse, al menos, de momento. No olvidemos otros servicios que también se habían quedado y ahora, aunque existentes, tienen un uso casi testimonial. Twitter es la herramienta del momento, la red social que todos tienen en mente y que provoca pavor y adicción a muchos políticos.
Parece que su uso se ha incrementado bastante estos últimos meses. Aunque lo que ha disminuido es la interacción con la ciudadanía. El aumento de las comunidades de los políticos está provocando que, como bien indica David Álvarez, si no son capaces de trasladar parte de esa comunidad a otros escenarios que permitan una interacción más fluida, Twitter se acaba convirtiendo en un «hablo, pero no escucho». Aunque, a veces, ciertas comunidades están plagadas de fantasmas y hablar con ellos es realmente difícil.
Otro hecho que parece estar cada día más aceptado es que Twitter es una sonda permanente de opinión. Para la sociología es un campo en el que poder investigar sin parar, y para la política tres cuartos de lo mismo. Analizar ciertas conversaciones alrededor de ciertos temas puede dar las claves de qué grupos se mueven a su alrededor, quiénes poseen una mejor estructura para hacer llegar su mensaje o incluso determinar quiénes son los más importante y relevantes en cuanto a ese tema en particular.
Incluso Twitter, como empresa, favorece la actividad política. Días antes de las elecciones federales en Alemania, usuarios de Twitter recibieron un email animándolos a utilizarlo para monitorizar candidatos o a celebrar debates en torno a temas de campaña. Sería interesante ver si este tipo de iniciativas tienen efectos en la desafección política traducida en abstención. Al menos los datos oficiales indican que se ha mejorado respecto al año 2009, cuando obtuvo su récord de abstención con una participación del 70,8%. En las actuales elecciones el nivel de participación ha sido del 73%.
Y aunque es algo que está en pleno auge, no es algo nuevo. En 2008, Gordon Brown ponía en marcha el canal de Twitter para el Nº 10, todo un éxito desde entonces. Es más, Twitter es considerada una herramienta crucial en política a pesar de sus riesgos. Riesgos como que grandes grupos de usuarios centren su ira en un político determinado. O que las discrepancias internas de los partidos, no acaben siendo tan internas.
También se enfrentan al peligro de la sátira, el ridículo y el humor de la mano de los otros políticos. Caricaturas hechas perfil de Twitter que en algunos casos llegan a tener más éxito que el objeto de las burlas. Seguramente, verse retratado de manera exagerada a más de uno no le gustará demasiado. Incluso algunos de aquellos que deciden no estar en Twitter tienen su otro yo.
Muchos acometen sin problema y de mejor o peor manera hacen frente a una situación para la que no les habían preparado. Otros deciden no estar por diferentes motivos. Y para algunos seguro que las ventajas empiezan a pesar, aunque no lo bastante todavía.
Ante esta situación de «ni contigo, ni sin ti», no sólo vamos a ver a políticos que se van de Twitter, sino que seguramente vamos a ver aparecer de nuevo a políticos que en un momento dado lo han abandonado. La cuestión es si ese retorno será capaz de generar un entorno de bienvenida, o si sencillamente volverán las cosas donde las dejaron entonces.
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